La propuesta que lleva a escena Lola Arias
puede considerarse dentro de la perspectiva de un biodrama al plantear una
situación de vida personal. Allí se presenta y representa un tema con la propia autora
como co-protagonista, quien intenta procesar creativamente (mediante la creación
de una obra) la depresión materna.
Desde la puesta se arma un juego que construye
dos espacios. En el centro de la sala hay una especie de caja de madera que
hace las veces de escenario, con una persiana que se cierra y abre de acuerdo a
lo que se quiere mostrar. Allí es donde se representa la ‘obra’con la doble de la madre (Elvira Onetto) como protagonista. Por fuera de
esta caja se encuentran la autora y el músico que la acompaña (así como el
‘fuera de escena’ de los actores que intervienen) en un espacio que está
constituido por el resto de la sala. Allí todo parece suceder a modo de performance:
el relato presentado por la propia autora y protagonista, las imágenes de una
cámara que filma y proyecta en vivo, muchas veces con la voz en off de la
propia madre de Arias.
De esta manera, se configura una ficción de lo real a
partir de crear obra desde la propia historia verídica, donde se puede pensar
en una superación de lo verosímil -aristotélicamente necesario para el drama- o en la ruptura total de la verosimilitud al
plantear una situación real cuyas vicisitudes pueden superar la ficción. Tantas son las cosas
que atraviesa la madre en su melancólico penar.
La situación planteada narra los intentos de una
hija por develar la enfermedad de la madre. Una depresión surgida en el mismo
momento del nacimiento de la hija, lo que desde un punto de vista psicológico es
por demás conflictivo. Además, la autora metaforiza este momento ligándolo al
golpe de 1976, año en que nació –entre explosiones y sangre- y que dio inicio a
la sangrienta dictadura que sufrió el país. Así, la depresión podría ser fruto
de una causa externa de carácter político. Uno estaría deprimido por la
dictadura y la enfermedad en este marco podría ser pensada como cruce entre lo
social y lo individual. A nivel de la historia del país y de la persona. Cuestión nada menor, pues uno es inmerso en un contexto que también lo constituye, para no entrar en profundidades sobre la construcción de la subjetividad.
La puesta en escena, en ese preguntarse y
reordenar los hechos para tratar de esclarecer el problema, resulta un posible
camino sanador.
La situación, para nada ajena a mucha gente que padece profundas e inmovilizantes depresiones, también problematiza
otras cuestiones como la medicalización del sentir o el adormecimiento de la
sociedad.
Los subtítulos, que organizan los capítulos
dentro del relato, son nombrados y desarrollados en un vínculo tanto íntimo como jocoso.
Aparecen así: las dos caras de mi madre, la cama, el guardaespaldas, el dinero,
la negrita, la acompañante (con cabeza de Minie Mouse), el coro, los amores.
Lo mismo sucede con las crónicas o escritos maternos: las clases de gimnasia o las
manifestaciones. Todo tiene un tono de humor que aliviana la pesadez de la
depresión y a la vez se muestra mediante distintas técnicas que son utilizadas
en el género documental.
Aquí los datos están organizados para reordenar
los hechos con el fin de hallar una pista que ayude a dar con la respuesta. Porque
detrás de esta búsqueda también anida cierto temor a la depresión como una
enfermedad que podría heredarse.
La directora y actriz utiliza diferentes
recursos que extrae de su galera creativa, con los que construye instantes
poéticos muy bellos.
El relato y la tentativa de reconstrucción, son
a la vez un intento de organizar la propia vida, los dolores que aquejan el
alma. Tratar de comprender, de asimilar, de procesar.
Ahora cabe preguntarse ¿Se puede crear con eso
un hecho estético? ¿Una obra artística?
Vale la pena verla para descifrarlo.
Qué: Melancolía y manifestaciones
Quién: Autoría y Dirección:: Lola Arias.- Dramaturgia: Sofia
Medici.- Performers: Mario Aitel, Lola Arias, Vicente Fiorillo, Elvira Onetto,
Ernestina Ruggero, Noelia Sixto.- Músicos: Ulises Conti, Fernando Nahuel
Pereyra.- Vestuario: Sofía Berhaka.- Escenografía: Mariana Tirantte.- Diseño de
luces: Gustavo Kotic, Matías Sendón.- Video:
Nele Wohlatz.- Música: Ulises Conti.- Operación de video:
Marcos Medici.- Fotografía: Lorena Fernández.- Asistencia
de dirección: Carolina Defossé.- Producción: Sofia Medici.- Colaboración
artística: Luz Algranti, Gabriel Zayat.- Coreografía y co-Dirección: Luciana
Acuña.- Dirección técnica: Gustavo Kotic.-
Dónde: CENTRO CULTURAL GENERAL SAN MARTIN Sarmiento
1551
Teléfonos: 4373-8367 Fax 4374–1251/59 int.
273/278.- Web:http://www.centroculturalsanmartin.com/